Me llamo Jimena. Tengo 23 años y me caso con Juan en quince días. Llevamos
viviendo juntos tres años y hemos decidido dar el gusto a nuestras familias y
hacer una boda en toda regla, con juez, padrinos, invitados y casa en el campo
para reunirlos a todos. Ya os contaré en unas semanas cómo ha sido la
ceremonia. Al principio de nuestra relación todo fue muy convencional, incluso el sexo.
Pero en los últimos meses hemos decidido añadir un punto de morbo y pasión. Yo siempre he sido más atrevida que él y ya desde hace muchos años hacia
topless en la playa, incluso cuando alguna vez íbamos “en familia”, tanto que
hasta a mi padre llegó a no extrañarle. Luego cuando iba con los amigos nunca
tuve pudor en quitarme también el tanga y disfrutar en libertad. Y por ahí empecé
a jugar con Juan. De mi mano también él empezó a desnudarse para jugar en el
mar. Luego hemos ido progresando poco a poco solos o con amigos y hemos pasado
todas las etapas: locales de parejas, fiestas en casa con amigos liberales, y
hasta intercambios “totales” que incluyen un morbo que os contaré en otra
ocasión. Pero para no dejaros con la incógnita, imaginad un intercambio con las
dos parejas “nuevas” cada una en un lugar diferente y con relaciones de pareja
“real” (quiero decir haciendo sexo como Juan y yo lo tenemos, y yo tengo puesto
un DIU). Y como preámbulo a toda boda sería, hoy día las amigas de la novia siempre
preparan una despedida de soltera. Como podéis imaginaos ésta también ha tenido
ese punto en común de organizarla en una ciudad bien comunicada, pero algo
distante de la nuestra, exigir una vestimenta similar para todas las
participantes y añadir algún “distintivo” para la futura esposa. La verdad es
que buena parte de mis amigas son muy abiertas, habladoras y divertidas. Y
tampoco en las fantasías sexuales son diferentes. Por eso todas debíamos vestir
una falda corta, una camiseta ajustada y “decorarnos” con buena capa de
pintura. Y especial para mí un pin/chapa de unos 5cm de diámetro con la cara de
Juan cruzada por una inscripción: “SE CASA”. No os voy a contar la cantidad de tonterías que dijimos o hicimos
recorriendo Marbella (la ciudad elegida para la despedida). Afortunadamente no
hizo el calor tórrido que esperábamos a finales de agosto, y pudimos disfrutar
de terracitas y noche. Pero no todo acabó ahí. Después de cenar de tapas,
sugerí irnos a alguna discoteca, pero mi prima Miriam nos dijo: – Chicas, ha llegado el momento. Ahora empieza la diversión…. y el morbo. Jimena, te hemos preparado tu última gran fiesta de soltera. Déjate llevar y
todas lo pasaremos bien. Pero tú la que más. Pensé que tendría que meterme en una de esas limusinas largas largas que
tanto odio, pero mis amigas y mi prima me conocen, y habían preparado una
fiesta privada a la que fuimos en varios taxis. El sitio es un lugar discreto,
en una calle cerca, sin luces y con tan solo un rótulo. No daré más pistas. Hay
que llamar y tras identificar a quien ha hecho la reserva, nos pasaron a un
salón no muy grande, pero suficiente para las once chicas que íbamos. Varias mesas
redondas bajas y unos sofás en los que se estaba muy cómoda. Nos sirvieron unas copas y continuamos las charlas de chicas comentando
nuestros trabajos, nuestras relaciones, nuestras familias… Después de casi una hora de risas, confidencias y algunas copas, Miriam
ejerció de maestra de ceremonias y con una sonrisa pícara me dijo – Jimena, hoy tú eres la protagonista. Eres la que más va a disfrutar: te
conozco muy bien y te va a encantar esta fiesta que te hemos preparado. Todas
debemos olvidar nuestras reservas, nuestros pudores y saber que esta es una
noche de libertad y, sobre todo, morbo. Todas menos Sonia sabéis cómo va a ser lo que ahora empieza. Así que, podemos empezar. Se sentó en uno de los sofás. Se apagaron las luces y empezó a sonar una
música al principio sugerente pero luego un tanto machacona. En un minuto lo
que parecía una pared cubierta con una cortina se iluminó con un potente foco y
poco a poco la tela dejó paso a un chico rubio, de pelo rapado, músculos
potentes de gimnasio y un cuerpo envidiable. La verdad es que a todas nos dejó impactadas, no por el baile (la verdad, no
nos importaba) sino por el cuerpo deseable del boy. Y cómo podéis suponer,
todas gritamos y aplaudimos los movimientos contoneantes y sugerentes. Poco a
poco los movimientos se hacían más insinuantes y más excitantes. Y poco a poco
se acercaba a los sofás donde estábamos sentadas. Al poco se despojó de su
camisa blanca y pronto de los pantalones quedando solo con un slip blanco. Saco
el su miembro que se intuía grande y potente. Tenerlo tan cerca nos excitaba y
a algunas les hacía expresar con sonidos sus deseos. Entre las once solo dos están casadas. El resto, unas con relación estable,
otras sin pareja y yo, con boda inminente. Curiosamente eran las casadas,
Miriam y Rosa las más lanzadas. Miriam se acercó al chico y comenzó a tocar su
entrepierna, a lo que él respondió sacándose del slip su gran miembro ya en
reposo. Uff cómo nos puso a todas! Y cómo me puso a mi ver a Miriam tomarla en
sus manos, sobarla y hacerla crecer, y luego hasta meterla en su boca. Wow… Nunca pensé que mi prima fuera así. Se la veía cómoda, feliz y
divertida. Y el chico pasaba de una a otra, todas tocándole y la mayoría
metiéndose su polla en la boca y disfrutando de ella. Al parecer la que hiciera
correrse al chico en su boca tendría un “premio” especial. A mí la situación me estaba excitando sobre manera. Ver a todas mis amigas
(unas más afanosas que otras) chupando y masajeando el sexo del chico me puso a
mil. Y he de confesar que después de alguna de mis amigas, yo también participé
en la excitación del chico, con un pene que, más duro que el de Juan, me supo a
gloria. Así pasamos casi media hora. El chico duraba y duraba totalmente excitado,
pero sin llegar a terminar. Por fin fue Rosa la que consiguió que se derramara
en su boca y quiso tragar el abundante semen que le ofreció. Yo estaba muy muy
cachonda y casi sin pensármelo, me acerqué a Rosa y le di un largo beso en la
boca, pudiendo compartir con ella los restos de semen que no había podido tragar.
El chico se cubrió y todas las amigas nos aplaudieron a rabiar a los tres. La verdad es que todas estábamos muy excitadas, pero nos dimos una tregua
tomando unas copas que nos tenían preparadas antes de seguir. El numero principal estaba a punto de llegar. Con la misma puesta en escena que la vez anterior, la sala se oscureció y
unas luces iluminaron de nuevo el a modo de telón tras el que aparecían los
chicos. Esta vez la sorpresa fue un boy de unos 30 años musculado… y de color. Una
imagen de chico negro no africano, de aspecto occidental. Pero con una polla que
nos pareció enorme. De nuevo al son de la música bailó entre nosotras mientras todas
participábamos acercándonos a él y acariciando todo su cuerpo. Sus movimientos eran particularmente sensuales y en comparación con el
anterior, estaba mucho más próximo, más involucrado. Eso hizo que nosotras
también lo estuviéramos y el espectáculo se hizo muy tórrido. En un momento determinado el chico propuso algo muy especial: que no solo
usáramos nuestras bocas para excitar su sexo, sino que nos pidió un paso más.
Las que quisiéramos, podíamos desnudarnos por completo y jugar a entrar en
nuestros coños. El iría entrando en cada una de nosotras y resistiría nuestras
caricias hasta el final. La verdad es que estábamos tan excitadas que sólo dos de las amigas
declinaron la invitación. Entre las que aceptaron, las casadas fueron las
primeras. Las participantes tenían que colocarse en una especie de estrado
donde podían descansar tumbadas de espaldas y abrir las piernas para recibirle.
Era una situación con un gran morbo que de alguna manera nos unía a todas. Colocadas las tres primeras, el chico se enfundó un preservativo e inició su
número acariciando primero el coño de cada una, aunque ya estábamos excitadas y
ninguna necesitaba especial lubricación. Entró en cada una de ellas y fue
evidente que Sonia e Irene se corrieron con él dentro. La verdad es que el
chico tenía una gran resistencia, pues mantenía su gran erección sin que
disminuyera ni se corriera con ninguna. De pronto mi prima quiso dar un paso más. Yo de Miriam siempre me esperaba
algo. – Chicas, creo que podemos ser aún más atrevidas. Las próximas que estén con
el muchacho lo harán así. Y simulando acariciar la polla del chico, de un golpe quitó su preservativo. Todas exclamaron un “¡Oh!” mezcla de sorpresa y excitación. Yo rápidamente
pensé que ella era una de las que lo harían, sintiendo la polla del boy en todo
su esplendor. Y sin ninguna duda me reservaba a mí un placer similar. Irene se negó a hacerlo porque no tiene pareja y no está tomando nada. No
obstante, Miriam mirándola provocativa le espetó: – ¿Y no te atreves? Jjjjjjjjj. – No Miriam, y mira que me gustaría. Ahí quedó todo, con las risas de las demás. Por supuesto Rosa y Miriam fueron las primeras en recibir a pelo al negrito.
Las dos disfrutaban de una manera única. Ya os he contado que a mí mi prima que
gusta mucho. Es unos años mayor que yo, está casada con Javier y tienen una
niña preciosa de tres años. Muchas veces hemos hablado de sexo y nos hemos contado nuestras fantasías y
la verdad es que la relación que tenemos Juan y yo en parte se debe a que ella
me ha ido abriendo los ojos. Pues verla ahora disfrutar con el negrito follándola me excitó de una manera
especial. Tanto que me acerqué a ella y pegué mis labios a su boca hasta que se
corrió con ganas. Cuando el boy notó que se había corrido salió de ella y entró en Rosa, con
la polla muy muy dura y totalmente brillante de Miriam. Rosa se quejó cuando el
chico la penetró, pero en un momento comenzó a disfrutar colocando sus piernas
en los costados del boy y empujando con ellas para que entrara más adentro. En
unos minutos también Rosa se corrió y acabó con un gran beso de agradecimiento
a chico. Miriam y yo seguimos un rato besándonos y yo la acariciaba mientras se
recuperaba de la brutal corrida. Así dio tiempo a que el chico entrará en todas
las amigas que lo desearon, haciendo que la mayoría se corrieran. Pero yo aún faltaba por ser penetrada. Una vez repuesta, Miriam paró la
música y dijo a todas – Atendedme un momento. Sabéis que hemos venido aquí a celebrar la última
noche de “libertad” de Jimena. Y queremos que ella sea protagonista. Pues bien,
ha llegado el momento. Jimena, aquí tienes a nuestro boy. Es todo tuyo. Vas a
poder disfrutarle como muchas de nosotras, pero habrá algo especial. Te
penetrará al natural como a nosotras, pero a nuestra diferencia, él sí se
correrá dentro de ti. Será la última vez que alguien se corra en ti antes de
que estés casada con Juan. La verdad es que a mí me dio un vuelco el corazón. Era algo que habían
preparado especialmente Miriam y Rosa y me pareció muy morboso por su parte.
Juan y yo hemos participado en juegos en locales o a veces con algunas parejas,
y uno de nuestros mayores morbos es hacerlo al natural y dejando total libertad
a que se unan el semen y mis flujos de placer. Incluso alguna vez hemos dado un
paso más y hemos llegado a hacerlo en intercambios “de primera vez”. Y ahora la diferencia es que siempre que lo habíamos hecho estábamos los dos
juntos. Esta noche iba a hacerlo sin Juan, y eso me producía a la vez un poco
de miedo y un gran morbo. Me desnudé, y de la mano de Miriam me coloqué en el estrado, y abrí mis
piernas. El chico fue muy morboso y comenzó a tocarme el clítoris muy
suavemente, primero con sus dedos, después bajó su lengua y comenzó a lamerme
como a mí me gusta. Estaba totalmente excitada y me pareció que él también se
ponía aún más duro. Su penetración fue perfecta, entrando lentamente, pero
notándole llegar hasta donde ningún hombre había entrado antes. Yo tocaba mis
pezones mientras le sentía muy dentro, de repente Miriam se acercó y comenzó a
besarme. La penetración descomunal y los besos me llevaron a un estado de convulsión
que me hizo correr muchas veces. El chico seguía penetrándome una y mil veces y
mis orgasmos se repetían. Hasta que por fin se contrajo como en un espasmo y
comenzó a llenarme con su semen dándome todo su calor y su placer. Fue descomunal. Cuando acabó quedó tumbado sobre mí respirando
profundamente. Yo estaba sorprendida. Nunca antes un desconocido me había
follado tan intensamente y con tanta fuerza. Tanto que le premié con un
apasionado beso en la boca que me llevó aún más al cielo. Al momento el chico se cubrió con una toalla y salió de la sala. Yo necesité
aún unos minutos para reponerme mientras todas reían o hacían comentarios de
las escenas y de nuestra noche. Nos tomamos una copa más y finalmente
regresamos a nuestras casas. Yo llegué cuando Juan ya estaba dormido. Me desnudé, me di una ducha y me
acosté a su lado. Quizá la bebida o la excitación hicieron que tardará mucho,
mucho tiempo en dormirme. Pero esa ya es otra historia.
Categorías: Relatos eróticos
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