Me presento, me llamo Jorge, mido 1’70 y tengo el pelo moreno, ojos marrones y una cara delgada que le hace juego a mi cuerpo.

Todo comenzó un día de verano que me quedé a solas en mi pueblo solamente con la compañía de mis abuelos, ya que se habían ido todos mis primos. Mi abuela insistió en buscarme amigos del pueblo, y accedí, no había más remedio. Me presentó al nieto de su amiga que vivía en la misma calle unas casas más para abajo.

Era un chico delgadito como yo, de mí misma altura y el mismo pelo moreno, pero unos ojos verdes de los que no me voy a olvidar nunca. Él se llamaba Diego, era simpático y no tenía ninguna intención con él. Se le notaba bastante que era gay, como yo, y eso me llamó la atención. No recuerdo muy bien por qué. 

Mi abuelo se fue y mi abuela nos preparó la merienda, estuvimos hablando de nuestras vidas y a qué juegos de la Nintendo nos gustaba jugar, que si Mario Bross que si Pokémon y no sé qué. Mi abuela se fue a pasear y nos quedamos los dos solos. Rápidamente subimos los dos a mi habitación, sin ni siquiera decírnoslo el uno al otro subimos al mismo tiempo.

Una vez en mi habitación salté sobre mi cama, él hizo lo mismo, seguimos hablando, pero con más confianza, llegamos a la conclusión de que los dos éramos gays y nos pusimos a hablar de los líos que habíamos tenido, de lo que había hecho y todo. El ambiente se fue calentando y nos fuimos arrimando el uno al otro, pero no lo suficiente como para que hubiese contacto físico.

Y de ahí saltó la típica pregunta entre adolescentes, aunque con una respuesta muy obvia en esa situación, la pregunta que le lancé fue la siguiente: “¿Alguna vez has visto porno?”. Me contestó con un rotundo sí, y alargó esa respuesta diciendo que había visto todo tipo de porno.

Él, con una mano en su paquete y la otra cerca de mi pierna, me empezó a describir con todo lujo de detalles todo el porno que había visto, mamadas, anales, dobles penetraciones, tríos, orgías, fraternidades, folladas intensas, suaves, salvajes, brazos enteros dentro de ojetes, y todo el porno que se podía conseguir al alcance de tu mano en cualquier web porno.

En cuanto me quise dar cuenta se estaba haciendo una paja con la mano que antes estaba sobre su paquete. Le pregunté entre risas tímidas que estaba haciendo, y él me dijo: “lo que ambos deseamos”. Y con esas cuatro palabras tenía la polla que me iba a reventar de lo dura que estaba.

Acto seguido se me abalanzó sobre mí y nos empezamos a comer la boca apasionadamente mientras restregaba su culo por mi polla. Paró y me dijo al oído: “Ahora verás lo que soy capaz de hacer”.

Yo ya estaba que me lo quería follar salvajemente. Me fue quitando la camiseta lentamente mientras repasaba todos mis abdominales con su lengua. Subió poco a poco hasta llegar a mis pezones y fue pellizcándolos y saboreándolos con esa misma lengua que me había dejado babas por toda la boca y el abdomen. Yo empecé a gemir y estaba que iba a reventa.

Le cogí por el culo y acto seguido me cogió por el cuello diciéndome: “Con calma, que aquí mando yo”. Yo le dije: “¿Ah sí? Eso habrá que verlo” Y rodé hasta quedar encima suya. Le dije: “¿Ahora quién manda?”. Y me contestó con un: “Soy todo tuyo”. Eso me dio un morbo que no pude evitar decirle: “Así me gusta”.

Le di media vuelta y le bajé los pantalones junto a los calzoncillos, Y TREMENDO CULAZO. Le dije: “¿todo esto es tuyo?”. Y me dijo: “A partir de ahora va a ser solo tuyo”. Yo no me aguantaba más y me lancé junto a mi lengua a por ese culazo. Empecé por pasar la lengua por su ojete y agarrar sus glúteos con mis dos manos. Fui metiendo la lengua y ese maricón que tenía mordiendo la almohada empezó a gemir con todas sus fuerzas.

Cuando vi que ya estaba suficientemente dilatado empecé a meter los dedos de uno en uno, hasta que me di cuenta de que los podía meter de dos en dos hasta que metí el puño entero. Le solté: “menuda puta estas hecha, a saber, cuántas pollas han profanado este ojete”. Me dijo: “no quieres ni saberlo”. En cuanto vi que ya era hora le dije que le tocaba hacer su parte. Se dio la vuelta y me bajé los pantalones, mis 20’5cm quedaron al aire libre y me dijo:”¿todo esto es tuyo?”. Y yo le dije: “A partir de ahora va a ser solo tuyo”.

Agarró mis huevos y los empezó masajear con las manos, no tardó en metérselos en la boca y a jugar con ellos, succionando, chupando, lamiendo. Subió hasta el glande y pasó toda su lengua por él, un gran cosquilleo recorrió todo mi cuerpo. Se la metió toda de golpe, sin avisar, y le dije: “como se nota que estas acostumbrado maricón”.

Sin esperar respuesta empecé a gemir y a empujar su cabeza contra mi pubis. No tenía ni una sola arcada. Cuando me empezó a salir semen paró, se la sacó y dijo: “mira lo que tenemos aquí”, y le pasó la lengua. Su lengua continuó su recorrido por todo mi mástil hasta que me levantó las piernas.

Le pregunté qué hacía, y me dijo: “espérate que te va a gustar, es más, te va a encantar”. Empezó a comerme el culo como nunca me lo habían hecho antes. Solté: “joder a ti se te da buen hacer todo”. Me meto dos dedos y yo solo quería que me metiera el brazo entero.

De repente me bajó las piernas y se sentó encima mía. Se metió mi polla en su culo y arqueó toda la espalda, el gemido que soltamos los dos fue ensordecedor. Juntó su pectoral con el mío y empezó a comerme el cuello al ritmo que movía las caderas. Cada vez iba más rápido y más rápido, hasta que paró.

Se la sacó y avanzó su cuerpo hasta sentarse en mis pectorales, se la agarré y la empecé a chupar, serían como unos 17cm bien puestos. Mientras empujaba su cuerpo contra mi cabeza, yo le masajeaba los huevos con mis manos, hasta que le empujé de los muslos indicándole que ya era bastante. 

Me puse a cuatro patas y él volvió a meter sus dedos por mi ojete, los movía en círculos, arriba, abajo, hacia un gancho con ellos, los sacó y me metió la polla poco a poco. Cogió velocidad rápidamente. Gemíamos al mismo tiempo. Cuando le dije que estaba a poco de correrme la sacó y me dio la vuelta. Hicimos un 34+35 de Ariana Grande (un 69 de toda la vida). Fue de las mejores partes porque mientras nos la chupábamos el uno al otro nos metíamos dedos y sentíamos doble pacer. 

Acabamos uno en la boca del otro con bastante leche en cada boca. Sin tragarla ni nada nos pusimos a morrearnos y a jugar con nuestro semen entre nuestras bocas mientras nuestras lenguas se volvían a encontrar en un baño muy cálido y sabroso. Nos lo acabamos tragando y acabamos tumbados y abrazados.

Retomamos la conversación con la que habíamos empezado. Dijimos que había sido el mejor polvo de nuestras vidas y no parábamos de hablar de la cantidad de semen que había salido de nuestras pollas. 

Tras un rato tumbados y retomando fuerzas, decidimos vestirnos rápido para que no nos pillasen desnudos. De todas maneras, seguíamos hablando de todo lo ocurrido y lo sorprendidos que seguíamos por todo. Nos dimos los Instagram y los números de teléfono, nos dimos un buen beso y bajamos al patio.

Al poco rato de estar abajo llegaron mis abuelos con la abuela de Diego. Nos despedimos de manera discreta, como si nada hubiese pasado. 

Lo que no sabíamos es que nos volveríamos a encontrar en unos años.


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